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sábado, 30 de junio de 2012

Fingir que no duele, duele el doble.

Sus bonitos ojos azules perdieron la magia, se inundaron y enrojecieron con tanta rabia. Su sonrisa dejó de un lado el valor de "diversión" y comenzó a aparecer únicamente por costumbre. Sus horas muertas dejaron las incontables historias que inventaba, y pasaron a llenarse de horas de canciones tristes y recuerdos impresos en hojas o plasmados en una pantalla. Y es que a pesar de que caída tras caída se va haciendo más fuerte, es inevitable el derrumbarse cuando la persona que ama se desvaneció de su vida. Su corazón aún recuerda cuando él le decía que nadie le quería ni esperaba por él, y ella al otro lado deseaba gritar que ahí se encontraba la persona que si que estaba, aún que él no la viera... Su tiempo se detiene con cada momento que se encuentra sola, su cuerpo le pesa y ya no tiene ganas de nada. Su rostro se muestra apagado, y su vida se encuentra desplomada a sus pies. Y sabe a pesar de todo, que esta va a ser una caída más de cientas, pero eso no signifaca que no duela. Que mañana volverá a levantarse, como hizo en el ayer, pero hoy solo quiere llorar y por un momento desaparecer...

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