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miércoles, 7 de marzo de 2012

Todo acabó consumiéndose.

Tu sonrisa, tus ojos, tu trocito de acera, tu mano al pasear, tu pelo enredado, tu manera de hablar, tus susurros de amor, tus rayadas sin sentido, tus manías, tu brazos rodeándome, tus cambios de tema, tus pequeños bajones, tus tonterías, tus celos, tu felicidad, tus dulces besos, tus caras tontas, tus voces raras, tus sentimientos, tus poemas, tus cartas, tu delicadeza, tu alegría incoherente, tus historias que no entendí, tus chistes malos, tu chulería, tu punto de cordura, tu constante locura, tu mundo, tu gente, tus continuos cambios de humor, tus te quieros, tu móvil con recuerdos, tu preocupación, tus actos espontáneos, tu vida... Y aquel veintitres de septiembre, mi anhelo.

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