Piensa en ella, en todo lo que te ayudó, en vuestra amistad.

No, yo no voy a seguir como normalmente sabiendo que quizá estás sufriendo por dentro. Yo no digo que no cuentes con otras personas. Tampoco estoy diciendo que yo haya estado siempre, no me cuelgo medallas ni mucho menos. Pero estuve, y lo sabes; te tendí el hombro cuando lo necesitaste, dejé muchas veces que te desahogaras, y compartí contigo mis pensamientos. Quizá no lo hice siempre, pero ella sí. Ya no hablo de que a mí me tengas que contar todo ni que tengas que confiar en mí para cada cosa que te ocurra. Pero a ella hazle ese favor, porque la veo y siento que se derrumba, sufrió por mi culpa, y ahora vuelve a sufrir con esto. No, a mi no debes pedirme perdón, yo puedo olvidar todo esto, todo lo que ha pasado, y puedes contarme lo que quieras y cuando quieras; y si no lo haces tranquila, no le daré mayor importancia. Pero piensa en ella, que estuvo más contigo que nadie, y te ayudó en todo; ella se merece que sigáis como antes ¿no crees?... Sólo piénsalo, que por mi todo estará bien y no pondré problema, pero no creo que ella merezca nada de todo lo que sucede.