Un nuevo año que va a comenzar...

Y así se despide un año más. Adiós al 2011, adiós al año que me sirvió para, de un modo u otro, encontrarme a mí misma. Se despide un año que estuvo lleno de cambios, algunos inerperados, oportunos, amargos, buenos, difíciles... Se va un año que me enseñó las dos caras de la moneda; que me demostró el desamor en su comienzo, y la satisfacción del amor correspondido en su final; la amistad que parecía duradera al principio, se fue quebrantando conforme terminaba este año. Podría decirse que el 2011 fue el año que me demostró, de algún modo, lo que vale realmente la pena en esta vida; que fue el año en el que aprendí que cada día, hora, minuto y segundo hay que vivirlo al máximo; que las tardes de fin de semana se disfrutan si son con los de verdad; que si se dice siempre es para cumplirlo, y si se promete estar en lo bueno y en lo malo, se está tanto en las borracheras y desamores de una amiga como en su felicidad; que si verdaderamente te importa alguien debes luchar con garras y dientes para tenerle a tu lado, te cueste lo que te cueste. Podría decir que el 2011 fue un año en el que arriesgue mucho, y valió la pena. Yo me he despedido de un año, que nunca olvidaré; y del cual puedo decir, que no me arrepiento de nada de lo que hice a lo largo de él. Que el punto en el que me encuentro ahora, puede que sea mi mejor momento, porque he descubierto la amistad y el amor verdaderos, y eso vale más que todo lo que se pueda pedir.